Queridos lectores,

El mes de la primavera ya está aquí, las horas de sol aumentan y la gente en las calles parecen más alegres. Barcelona derrepente cobra un tono más colorido y la energia positiva se hace cada vez más palpable.

No puedo dejar de compartir mi gusto por los pasajes de mi barrio, el Eixample, mientras paseaba con mi perro.

El pasaje de Lluís Pellicer es uno de mis favoritos, el mejor sitio para los indecisos a la hora de comer por la variedad de ofertas gastronómicas que este rincón barcelonés nos ofrece.

Por otro lado el pasaje del Rector Oliveres, al lado de floristerías abiertas 24 horas, tiene otro aire a naturaleza y paz que me envuelve a la hora de disfrutar de cada paso.

Respirar el aroma del jazmín a primera hora de la mañana no tiene precio.

El pasaje Méndez Vigo en el cual la tranquilidad y la armonía de sus colores y casas con jardines muy bonitos, sacan más de un suspiro a más de uno.

También tenemos al pasaje Permanyer con sus casas bajas y rincones verdes.

¡Barcelona realmente inspira!

Es tan importante mirar hacia arriba la vida.

No solo en un paseo por históricas calles con exquisitos detalles que sin mirar arriba no podriamos del todo apreciar, sino, en cada aspecto de nuestras vidas.

Estar atentos, despiertos, receptivos a lo que tenemos en frente.

¿Cuántas cosas nos perdemos por no saber ver?

Mirar hacia arriba con el corazón, sentir gratitud.

Mirar hacia arriba, hacia alguien, tener una persona a quien admirar, es clave.

Mirar hacia arriba con esperanza, con fe, con ilusión.

Creo firmemente en que es necesario mirar hacia arriba para admirar la verdadera grandeza y ser conscientes de lo simples que realmente somos.

Todo tiene su esencia, sería fantástico saber apreciarla.

Y vosotros, ¿cuándo fue la última vez que de mirásteis hacia arriba con el corazón?

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