Últimamente he escuchado diferencias entre la debilidad y la fortaleza de una mujer.

Desde luego hay un parecer que me gustaría compartir y con el que inspirar a las mujeres fuertes, a aquellas que cuando lloran se les etiqueta de débiles.

Una mujer fuerte no es quien no llora. Llorar no es sinónimo de debilidad. Llorar no es de cobardes. Esto es lo que significa ser una mujer fuerte para mí:

Una mujer fuerte es quien construye desde las carencias propias y desde las carencias de las personas de su entorno.

Una mujer fuerte saca lo mejor en las peores situaciones. Se supera a ella misma ante los errores que comete. Una mujer fuerte dialoga y es generosa en su paciencia. Es quien busca las formas de estar bien y ayudar a su entorno a prosperar.

Ser fuerte significa defenderse a sí mismo. Significa ser un humano en pleno funcionamiento, uno que es independiente y capaz de hacer cosas por sí mismo. Significa tener y defender opiniones y creencias, y no conformarse con menos.

Ser fuerte no significa no pedir ayuda, creo que hay que hacerlo más de lo que uno cree. Pedir ayuda no significa ser débil, significa que se puede reconocer no ser una súper mujer, y que a veces se necesitará de otras personas. Ser fuerte no significa cerrarse a los demás y actuar como si se fuera mejor que ellos.

No significa obligar a otras personas a tragarse opiniones y creencias, o juzgarles por cómo piensan.

No significa ser ‘inevitablemente amargada o cansada’. De hecho, una mujer fuerte es una mujer que se ama a sí misma y a su mundo y, por lo tanto, es positiva, amorosa y segura de sí misma. Como todo ser humano se cometen errores, en los cuales incluso convicción de aquello que en ese momento se cree que es lo correcto impera.

Me doy cuenta que uno es fuerte cuando es capaz de situarse fuera de su cabeza y pensar desde otra perspectiva el porqué y cómo de aquellos errores. Cuando se identifica lo que se debe mejorar y en lo que se debe superar.

Sé que uno es fuerte porque se tiene determinación de ser mejor para el bienestar propio y el de las personas con la que lo se comparte.

Creo firmemente que se es fuerte cuando se mantiene el carácter y la naturaleza ante las tempestades y las inesperadas experiencias que a veces llegan a durar meses.

Me gustaría hacer un hincapié aún más importante en dos verdades muy grandes en referencia a la percepción del concepto sobre las mujeres fuertes: que somos difíciles de amar y que somos incapaces de ser vulnerables. Pero en toda realidad, es todo lo contrario. Las mujeres fuertes son las mejores mujeres para amar. Son las mujeres con una compasión feroz. Saben quiénes son y no temen adherirse a eso. Aman de todo corazón porque se aman a ellas mismas.

Y no solo buscan mejorarse personalmene, sino también a sus mundos.

No es verdad que no son incapaces de ser vulnerables. Lo gracioso es que para ser fuerte, primero debes ser vulnerable.

Tienes que mirarte directamente a los ojos y reconocer todas las partes de tí que necesitan mejorar, todas las partes de tí que tratas de esconder detrás de una cara sonriente.

Vulnerabilidad significa ser brutalmente honesto consigo mismo; significa dejar a un lado su orgullo y abrirse con alguien y dejarles entrar.

No confundir la independencia y la fortaleza con la incapacidad de dejar entrar a alguien.

Una mujer que confía en sí misma es una mujer que enfrentará el amor directamente, que puede ser vulnerable en una relación porque sabe quién es ella, por lo cual permitirá que su pareja descubra a esa persona pelando esas capas, juntos.

La verdad sobre ser una mujer fuerte es que el mundo nos ve como indestructibles, que no poseemos lágrimas algunas. Pues no. Somos mujeres con columna vertebral. Mujeres que no tememos ser orgullosas de nosotras mismas en un mundo que no siempre nos puede ayudar. Mujeres que conocemos el valor de nuestra vulnerabilidad, nuestra pasión, nuestra fortaleza.

Y mujeres que lucharán contra cualquier persona que se atreva a decir que deberíamos ser de otra manera y en lugar de atacar, le empujaremos a ser mejor, a desafiarle a ver el mundo de otra manera, a ver que la fortaleza tiene mucho de vulnerabilidad en ella.

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