Mis padres me bautizaron y comulgué en el Roser, nací en la calle Ribas, hoy número 73. Como todos el Roser era el centro donde en aquellas épocas, pasábamos los domingos en el cine, en el mismo habitáculo en el que se formaron algunos de los grandes actores de teatro actuales.

El Roser es dónde nosotros disfrutábamos haciendo deporte, eso sí, con mayor o menor éxito, pero con muchísima ilusión. Todos recibimos en el Roser enseñanzas que, alrededor del deporte, nos hicieron mejores personas, gratuitamente. Algo que también se llama obra social, señores de la Iglesia, y que es totalmente desinteresada.

Han pasado familias enteras, todo el barrio por entonces giraba alrededor del centro. Ha llegado a ser lo que es gracias al esfuerzo de los que se fueron, por ejemplo Cuadern, Pagés, Grané y otros que fuimos pasando, intentando dejar nuestro pequeñito grano de arena.

¡Cuántas horas Pedro, Tito, Teresa, Chema, José Luís, Ignasi, Gloria, Lito, Xavi, Angel, Josep Maria, Albert, Tiet y muchos, muchísimos más!

Ya veis, de un plumazo… ¡adiós!

Ahora toca dar las gracias a todos y cada uno. Del equipo actual y de lo que antes se sembró. Porque en el otro lado están los mismos que predican solidaridad, caridad y no paran de darse golpes en el pecho. Los que deciden cargarse el centro, el mismo al que se le dió en su momento una medalla por la labor hecha. Háganlo en nombre de la Iglesia en el mio no.

Gracias a todos, perdón a los que no he nombrado. Ignasi decir que tu obra ha sido genial pero contra este poder es muy difícil luchar.

¡RROOOOOOOSEEEEEEEER!

Olga Aguilar

Fort Pienc

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