En nuestro país la falta de estudiantes que optan por formaciones científicas y técnicas brilla por su ausencia, algo que conlleva problemas económicos. A finales de secundaria los escolares deben tomar una decisión crucial: optar por una formación dirigida a la universidad o hacia una profesión, pero además deben escoger entre los estudios cientificotécnicos o los humanísticos, el antiguo dilema entre ciencias y letras. Aunque la orientación académica se da a finales de secundaria, ésta debería prepararse ya desde inicios de etapa. La razón de ello es el gigante desequilibrio entre ciencias y letras que hunde sus raíces en primaria. La consecuencia final es que la inmensa mayoría de estudiantes se decanta por las segundas, las humanidades, al percibirlas más fáciles que las ciencias, algo que está dejando sin técnicos aborígenes a muchas empresas.

El 18 de abril se presentó en el Palau Robert de Barcelona los resultados de un estudio sobre 4.700 estudiantes que demostraba el anterior desequilibrio entre las ciencias y las letras. El informe concluía que a pesar que las carreras universitarias científicas ofrecían fácil acceso y buenas perspectivas profesionales en cuanto a sueldo y contratación, los estudiantes de secundaria preferían cursar disciplinas humanísticas al creerlas más fáciles. En concreto sólo un 33% prefería las ciencias ante un 51% en letras y otro 16 % de indecisos. Es decir, la mitad acaban en formaciones científicas y el doble en humanísticas.

Otro dato de esta investigación detallaba que las mujeres eran mucho más proclives a elegir los estudios humanísticos al creer que el rol de científico era más masculino que femenino, en concreto casi el 60% de las chicas huía de lo técnico para orientarse hacia lo social. Cabe añadir que el nivel cultural familiar también condicionaba tal elección en pro nuevamente de las humanidades. En resumen, facilidad, sexismo y familias alejadas de la investigación parecían explicar el desequilibrio entre muchos estudiantes en humanidades y escasos en ciencias.

¿Cómo corregir este acuciante problema profesional? Tres vías parecen los detonantes a modificar para aumentar el número de científicos y técnicos en nuestro país. La primera los maestros en primaria, la segunda el sexismo familiar y la tercera la cultura del esfuerzo.

La inmensa mayoría de docentes en primaria lo han llegado a ser por estudios en humanidades y no por vía científica. Por otro lado, el predominio de maestras en las escuelas es harto superior al de hombres, y la inmensa mayoría de ellas proceden de formaciones también humanísticas. Si queremos que nuestros zagales se empapen, comprendan y les gusten la ciencias hay que incrementar el número de maestros con tal orientación.

La segunda vía a corregir son los estereotipos que algunas familias imbuyen a sus descendientes. Suelen ser hogares de bajo perfil cultural en donde la mujer jamás se la proyecta hacia trabajos o cargos de técnico o de científico, todo lo contrario, si es buena en los estudios se la ve bien como asistente social, psicóloga, relaciones públicas… Este sexismo hace mella ya en la escuela de primaria donde los maestros escasean mientras que las mujeres abundan, y claro está, a más maestras de letras, menos ciencias en primaria.

La última vía parece ser la cultura del esfuerzo. Son muchos los docentes que afirman que el esfuerzo y la capacidad de superación ante la frustración de nuestros estudiantes ha disminuido, y sin esfuerzo no hay superación. Sociedad, leyes educativas, familias y docentes hemos bajado el listón de la exigencia y ahora nos hallamos ante alumnos que apenas se rigen por rutinas de trabajo, deberes y estudio diarios. Pero en nuestra sociedad del trabajo y de las hipotecas muchas familias no pueden acompañar a estos zagales en rutinas de trabajo, estudio y descanso, y no por desidia, sino por falta de tiempo. Esta falta de tiempo de calidad hacia sus lechones se agrava en las familias de bajo perfil cultural en donde la necesidad de horas de trabajo va por delante de las de ocio. Al final, los alumnos que desean continuar estudiando, y con bajas competencias como estudiantes, desestiman las ciencias al creerlas muy difíciles ya que apenas les prepararon para éstas.

En resumen, la percepción de dificultad en las ciencias, un sexismo laboral familiar y unos padres ausentes bajo la presión laboral parece que fueron las causas de la falta de científicos y técnicos en nuestra educación. Es crucial que se potencien las ciencias con más maestros así formados, con docentes ilusionados en sus conocimientos técnicos y sin miedo a impartir las matemáticas, como a veces sucede en algunos centros. La orientación de los escolares debe iniciarse por tanto en primaria y continuar ésta en secundaria para mantener un flujo equilibrado y constante de científicos y técnicos en nuestra sociedad, de otro modo seguiremos encallados industrialmente en este país, y la vida no es un eterno verano azul.

Per David Puentes Jurado / Enginyer

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