En estos momentos tenemos problemas de envergadura en nuestro país. Dos de los más importantes son los desahucios por hipotecas y las preferentes. Con independencia de si ante la ley ambos problemas tienen un trato ajustado a la misma, quisiera hacer una observación ética y moral al respecto.

No es lo mismo acceder a una hipoteca para tener acceso a una vivienda digna para crear una familia que hipotecarse con la intención de ganar un dinero vendiendo la vivienda a precio muy superior al de compra. En este supuesto se persigue un lucro económico, legal, pero no social. Tampoco es lo mismo que ciudadanos de edad avanzada, con ahorros conseguidos con años de esfuerzo pensando en su etapa de jubilación, decidan, a petición y consejo profesional de su “confesor financiero” habitual, a veces de toda la vida, colocar sus ahorros en preferentes pensando que mejorará su renta en forma de pensión, que aquellos cuya finalidad, conociendo el producto, es invertir en preferentes por el simple hecho de que a cambio de un mayor riesgo le ofrecen una esperanza de rentas superiores.

No sé si la justicia, al analizar personalmente estos casos, tiene en cuenta el objetivo último de la acción de invertir en ambos casos.

Per Josep Martín / Lector

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