La evolución de las especies también llega a las organizaciones humanas y, más en concreto, está llegando a las sociedades occidentales que han liderado el planeta en el último milenio. Si nos focalizamos en nuestra Europa, los signos de agotamiento de su liderazgo económico y político, son cada vez más alarmantes. Sin embargo, no es la primera vez que estos auges y decadencias se presentan a lo largo de los ciclos históricos. El imperio romano se desmembró a pesar de sus aportaciones históricas a la humanidad: el concepto de ciudadanía, el derecho romano, la estructuración de un ejército moderno, el nacimiento de la diplomacia, etc. Hoy en día, los países de la vieja Europa están viviendo una situación similar, una situación de fin de ciclo que se asemeja en sus orígenes profundos a la que vivió Roma en sus últimos tiempos. La expoliación por parte del Estado de la producción económica agraria de los territorios del imperio para satisfacer las necesidades de las clases políticas, militares, funcionariales y prestadoras de todo tipo de servicios no productivos que llenaban las grandes urbes del imperio, en particular la propia Roma. El recurso a la deuda por parte de las arcas estatales para seguir defendiendo las fronteras de un imperio cada vez más basto y difícil de controlar. La cotización a la baja de los valores del coraje, el esfuerzo y la austeridad que habían hecho grande a Roma en sus primeros tiempos, con el consiguiente adormecimiento de una sociedad acomodada y poco comprometida. Estas y otras causas de la misma índole fueron las que provocaron la caída de la sociedad más emblemática que haya dado la humanidad.

Tomen ustedes ahora las afirmaciones que realizo en el párrafo anterior y que se refieren a la antigua Roma y trasládenlas a la situación actual que vive nuestra querida Europa. Se darán cuenta de que, salvando las distancias en el tiempo y, si modificamos ligeramente algunas de las frases, las similitudes son harto evidentes.

Pero hoy, en la era de la información, con infinidad de datos y de reflexiones de todo tipo a tan sólo un click de distancia, con una enorme capacidad de reacción, podemos y debemos aprender de la historia. La sociedad europea debe reinventarse hacia una sociedad de tipo empático (Sociedad 3.0), que conecta con e implica a sus componentes, que sabe ponerse en la piel de otras sociedades y se comporta con la generosidad que hace grande a los pueblos. Sin embargo, la sociedad es un concepto un tanto etéreo. En el fondo la sociedad es una construcción creada en torno a su cultura, sus ciudadanos, sus empresas y sus instituciones. Para avanzar hacia una Sociedad 3.0 que permita que Europa recupere, en igualdad de condiciones con otras grandes naciones, el papel que le corresponde, todos sus agentes económicos y políticos deben comportarse con altura de miras y con generosidad, priorizando las decisiones con impacto a largo plazo sobre el tacticismo a corto que incide tan sólo sobre unos pocos. Europa puede y debe salir de esta situación. Su situación económica objetiva como potencia económica única, es mucho mejor, por poner un ejemplo, que la de los Estados Unidos de América: mayor volumen de PIB aunque con un crecimiento agregado algo inferior, menor deuda pública agregada, mejor situación de su balanza de pagos, menor inflación y niveles de paro a nivel paneuropeo muy similares. El problema real es que comparamos a un gran país con un consorcio de naciones difícil de gestionar. ¿Adivinan cuál es la solución?

Marcos Eguiguren, Economista i coautor del llibre “Empresa 3.0. ”

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