Tras muchos viajes en avión, e independientemente del destino aéreo que usted elija, hay algo que se repite a menudo en el Aeroport de Barcelona. Y es que Aena y Vueling son unos incompetentes.

El verano pasado si llegaba su vuelo pasadas las doce de la noche, se producía el efecto Cenicienta: su maleta se convertía en calabaza, es decir, miles de viajeros tenían que esperar horas sus equipajes por falta de personal. Ahora, este julio, Vueling y Aena nos traen una calabaza mayor, los primeros por vender más plazas de las disponibles pero con falta de personal otra vez, y los segundos por permitirlo. En fin que hay miles de viajeros que, sorpresa!, se quedan en tierra.

Ni frustraciones, ni cabreos, ni quejas logran que Aena o Vueling den solución a algo que siempre peca de lo mismo, la avaricia de las empresas protegidas por leyes neoliberales que les permiten el máximo de beneficios a costa del trabajador. Y eso que Aena se opuso, y su Gobierno del PP, a ceder sus competencias a otras administraciones bajo el pretexto de no restar calidad al viajero. Mientras el aeropuerto de Barcelona sigue bajo el efecto Cenicienta, habrá muchas calabazas y ningún aprobado.

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