Me gusta pensar. Rectifico. Me gusta mucho pensar, y no me refiero a pensar como el hecho de estudiar, sino a razonar, a darle vueltas a las cosas, empatizar… De hecho he tenido la suerte de ir a una escuela donde valoraban mucho eso: el hecho de pensar y no solo el de memorizar. Así que, creo que me he desarrollado como una persona bastante crítica con su entorno a la vez que observadora.

Supongo que os preguntaréis: ¿A qué viene todo esto? Pues veréis, llevo muchos años escolarizada, viviendo y sobreviviendo con los profesores. Tantas horas con ellos me ha dado algo que pensar. ¿Ser profesor es una profesión o una vocación?

A mi parecer deberían ser ambas. Sin embargo, puedo afirmar con total rotundidad que en mi día a día eso no es así. Creo que, todos los oficios (no solo el de profesor) que se den de cara a las personas (médicos, enfermeros, etcétera) deberían tener una gran parte de vocación. ¿Qué quiero a decir con eso? ¡Que si no te gustan las personas no trabajes con ellas! Seamos honestos, sé que corren tiempos difíciles y que aunque no te acabe de gustar un trabajo acabas por trabajar en él porque todos sabemos que quizás no encuentres otro. Pero, ya que somos honestos, seamos honestos también para ver qué se nos da bien y qué no. Aceptemos de forma crítica la verdad, no hay nada malo en ello. Hay niños a quiénes no se les da bien jugar a futbol, ¿y qué hacen? O lo practican más o buscan otras cosas a hacer. Eso pido yo. Y volviendo al tema de los profesores, creo que hay profesores que no saben enseñar. Porque enseñar no es tarea fácil, o ¿cuántas veces os habéis puesto a ayudar a vuestros hijos con los deberes y habéis acabado igual que al principio o peor? Muchas. Así que, no señores, enseñar no es fácil. Creo que es de las tareas más difíciles que existen. Y aun así, puedes entrar en aulas dirigidas por completos incompetentes. Gente que quizás es muy lista, pero que no tiene ni idea de enseñar. Os aportaré un dato: en Alemania el 30% de profesores dimiten. Dimiten porque está en sus manos el poder de hacer crecer a una persona, y eso no se lo toman a la ligera. Aquí es muy distinto… Sin embargo, me gustaría añadir que esto no es solo tarea del profesor. Si no voy errada, antes de que un profesor entre en un aula ha pasado un proceso de selección, unos exámenes, unas prácticas… Y aun así no saben enseñar. Algo falla queridos lectores, algo más falla en este sistema español tan decadente. Reflexionemos…

Creo que mi texto no hará demasiado, es solo una simple niña indignada en su primer día de clases. Sí, solo soy eso, pero soy alguien honesto, alguien que aplaude a los buenos profesores porque gracias a ellos soy quién soy y no me arrepiento de ello. Así que me gustaría pediros un favor a todos los que me leéis. Si el profesor de vuestros hijos o el vuestro es bueno, valorarle, ser profesor no es trabajar en una fábrica, ser profesor es crear personas. Valorémoslo. Y si no tenéis ante vosotros, visto desde una forma objetiva, un buen profesor: reclamarlo. Pero no confundáis, no hago referencia a que enseñe en P3 un profesor de universidad en inglés, simplemente reclamar una persona capaz de crear personas, de aportar, de enseñar valores… Porque ante todo debemos ser personas. Y antes de acabar, ahora sí, me gustaría que paráramos a pensar unos instantes, ser profesor es ¿profesión o vocación?

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