Señora Díaz,

Le voy a responder por alusiones ya que, por mi condición y por la de la gran mayoría de mi familia, me siento aludido por sus palabras.

Algunos de los catalanes que vivimos en Cataluña y a los que parece que usted se refiere, señora Díaz, no somos andaluces la gran mayoría; somos catalanes de pleno derecho. Desde los años 60, cuando llegaron ya mayores nuestros padres y abuelos, ya han pasado 60 años, con lo cual y por desgracia, ya no están entre nosotros.

No sea usted demagoga, etnicista o separadora social, como lo son el PP y Ciudadanos, que ahora pretenden degradarnos a catalanes de segunda o, aún más, a no catalanes.

Mi familia, de origen andalúz, està mezclada toda con catalanes de muchas generaciones, y yo, un Carmona Villegas, hijo de cordobés y malagueña, tengo 60 años, nací en Mataró y soy catalán e independentista como muchos de mi misma condición, por lo cual, lo que el martes 22 dijo usted en mi ciudad de nacimiento y en la que he vivido siempre, me pareció una barrabasada, esa sí, propia del franquismo y de la dictadura impresentable y vergonzosa que nos tapó, especialmente a los habitantes de Cataluña, toda luz de progreso en todos los aspectos durante cuatro décadas.

Lo único que siento es no haber podido estudiar en catalán y castellano como lo hicieron mis hijos y lo hacen mis nietos, ya que entonces podría, como muy bien dice usted, escribir sin faltas de ortografia, ni miedo a no estar a la altura, “t’estimo” y todo lo que se me ocurriese más, igual de correctamente que escribo “te quiero”, y el resto. Porque esa es la riqueza de los catalanes y del pueblo catalán: su abanico de posibilidades educacionales, culturales y sociales, que se materializa en nuestro mestizaje, del que estamos muy orgullosos. 

Al contrario que la media catalana y que un porcentaje muy elevado de la andaluza, usted es una señorita privilegiada de familia sevillana acomodada. Mis antepasados, sí, andaluces como usted, sin embargo tuvieron que venir a Cataluña huyendo de esos “señoritos” como usted y del hambre que les acechaba, precisamente para tener la vida digna que su tierra de origen no les ofrecía. Y todo eso sucedía, seguramente, mientras su familia vivía en unas condiciones muy diferentes. Por eso seguramente usted, ahora se dedica a dar las migajas de las peonadas a los que no evolucionaron, como si fuesen palomas a las que usted les va tirando vezas mientras las esperan.

Por eso y muchos motivos más, el domingo, votaré independencia. Y mi familia seguramente también. Para cortar de una vez con todas con esas miserias suyas, que, también otros de su mismo talante pretenden perpetuar en los que ni se lo pedimos ni somos, como usted dice, andaluces, sino catalanes de pleno derecho y en todos los aspectos; no se confunda, señora, ni venga a aprovecharse de la gente a la cual le ha costado sangre, sudor y lágrimas salir de la precariedad en la que usted y los de su clase les tenían encarcelados a perpetuidad, porque esa gente ha evolucionado hacia la prosperidad y el bienestar que en Andalucía jamás habría podido ni imaginar.

Y, por favor, sea consciente que no viene usted de visita al cortijo, ni a la tribu, ni a la colonia, sino que está usted explicando estas barbaridades etnicistas a gente de un país que está a punto de ser políticamente soberano y que ve en este futuro lo que gente como usted nos ha negado y, con ejemplos nefastos y racistas como el que expuso usted, nos niega sistemáticamente.

Atentamente,
Jordi Carmona

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