Europa se enfrenta a la peor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial por esta razón apelo al tribunal de la conciencia. Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en caso de persecución toda persona tiene derecho a buscar asilo en cualquier país. Los refugiados no son inmigrantes en busca de mejores condiciones económicas, les mueve la fuerza mayor de luchar por sus vidas.

La ley internacional protege a los refugiados, ya que dicha ley les da el derecho a ser acogidos sin que los países pongan impedimentos. También les apoya la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de las Naciones Unidas: “Ningún país contratante puede expulsar a refugiados bajo ninguna razón”. Estas son dos pruebas fehacientes a favor de los refugiados contra cualquier otro argumento.

Traigamos ahora a la memoria la Declaración sobre el Asilo Territorial: “Ningún refugiado puede tener la negativa de admisión en la frontera o, si hubiera entrado en el territorio en que busca asilo, la expulsión o la devolución obligatoria a cualquier Estado donde pueda ser objeto de persecución”. Tercera prueba evidente que demuestra que, según las muertes acaecidas, la sensibilidad humana no está de moda.

A pesar de que existen derechos que les protegen, han muerto más de 1.800 refugiados en el primer semestre de 2015. Es necesario tomar medidas urgentes para frenar esta tragedia humana. Este es un debate en el que la ética y la moral deberían triunfar sobre los intereses políticos y económicos. Tienen derecho a la vida, de nuevo apelo a la conciencia y a la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

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