Una cosa queda clara y evidente. Si los políticos quisieran combatir la corrupción, podrían. Bastaría con emplear todos los medios al alcance, pero no hay ningún partido que verdaderamente quiera poner empeño en ello. ¿Por qué? La respuesta es clara y evidente; todos tienen muchos agujeros que tapar, por tanto lo mejor es dejar que pase la tormenta y a dar lecciones de honradez ante televisiones amigas y periodistas adiestrados. No hace falta pensar cómo resolver el problema de la corrupción.

Fácil y sencillo: político imputado, destituido automáticamente del cargo. Es de suponer que si se imputa es porque hay indicios muy relevantes. Una vez condenado, en el supuesto de que exista condena, se le obligaría a devolver todo lo usurpado, se podría investigar su patrimonio y el de sus afines (esposa, hijos, padres…). Para evitar desvíos no se podrían presentar a ningún cargo político. Pero como no interesa, cuatro días cruzándose pequeñas ignominias y a esperar que vuelva a jugarse un partido de fútbol llamado clásico para distraer al personal.

Sólo hay una salida, como los políticos no quieren cambiar las reglas del juego –porque no les interesa– las tendremos que cambiar los ciudadanos. No yendo a votar, creando un partido anticorrupción que cambie las leyes de blindaje de los políticos.

Tenemos que hacer algo porque el barco se nos hunde y la tripulación es cada vez más corrupta.

Per Emili Roca

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