Si partimos de la premisa de que las protestas de la ciudadanía se acrecientan cuanto más en su contra se vuelven la acciones del Gobierno, sería lícito pensar que el movimiento 15-M aumentaría sus movilizaciones ante la implantación de unas medidas tan regresivas, si las comparamos con las del anterior Gobierno, como las impuestas por el actual, dirigido por Rajoy. Sin embargo, tal movimiento parece más interesado hoy en conmemorar su primer aniversario que en configurar una respuesta cívica ante la galopante política de recortes.

Lo cierto es que, desde un principio, la imposición del anonimato entre sus integrantes canceló la posibilidad del más mínimo liderazgo en el movimiento 15-M, lo que condujo a este, en lugar de adquirir un carácter puramente político, a quedar reducido a ser un mero fenómeno de masas. Así, en lugar de ser la base para la creación de una alternativa para la regeneración de la vida política, quedó limitado a un mero recopilatorio de eslóganes políticosociales repetidos una y otra vez en conversaciones cotidianas. Paradojas de España: un gran movimiento ciudadano, con un calado claramente social, acaba relajando su discurso y su acción ante la nítida escalada de las políticas ultraliberales de un Gobierno de derechas.

David Carrascosa

EIXAMPLE

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