Me dirijo hoy a ustedes, señores del Partido Popular y del Partido Socialista, con el único objetivo de poder felicitarles y desearles una legislatura llena de éxitos. Aunque estoy convencido de que será así, no quería iniciar mi intervención sin trasladarles mi apoyo y confianza. No puede ser de otra manera. No debe.

Qué les voy a contar que no sepan. Me gustan sus modales, me gustan sus pactos, me gustan sus transiciones. Me gustan sus partidos. Me entusiasma el pasado que nos han regalado y me excita el futuro que está por venir. Menuda investidura llena de generosidad que están protagonizando. Qué ejemplo. Es exactamente así como se construye un país, con responsabilidad, y es exactamente así como lo quiero yo.

Precisamente apelando a esta responsabilidad, permítanme que dirija unas breves palabras a la bancada socialista. Gracias, compañeros. Gracias por su sentido de estado. Gracias por estar donde la España socialista pedía que estuvieran. Por ser valientes y no dejarse atemorizar por una corrupción que tampoco es tanta, por una regresión social que podría ser peor, por unos vicios predemocráticos que no tienen por qué asustarnos, por una separación de poderes que bueno, ya se irán separando.

Son ustedes el orgullo de España. La democracia interna de su partido dictaminó una opción legítima, sin trampa ni cartón, y ustedes, dignos, la han seguido en una demostración de compromiso que les honra. Porque sí, escuchando a la gente es como se solucionan las cosas. Y en el PSOE han escuchado como hacía años que no escuchaban, y han dignificado sus siglas como hacía décadas que no las dignificaban.

Que nadie lo dude, los meses que vienen les darán la razón. Por eso yo prefiero ya dársela hoy. PP y PSOE, PSOE y PP; el futuro y la esperanza se dan la mano para consolidar el país (y El País) de los últimos años: sin mordazas, sin escándalos, sin intromisiones políticas en la justicia, sin imposiciones, sin desacuerdos, sin vueltas al pasado. Sin nada.

Se lo digo con el corazón, saben que no miento. Yo porque ahora ya me he comprometido con la gente de Esquerra y me sabe mal, pero si no me venía hoy mismo a sus filas a formar parte de esta bendición, se lo aseguro. Aunque ahora no sea posible, espero deseoso que pueda ser así en un futuro, pues ni se imaginan el sentimiento de traición que me corroe por las venas cada vez que les veo a ustedes tan sacrificados y a mí tan rufián.

Gracias por cederme la palabra. Por enseñarme a hablar. Por darme la vida. Y por mejorármela aún más, a mí y a todos los españoles, durante los próximos años. Adelante, héroes.

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